La incorporación del estrecho de Magallanes

Catorce días estuvieron navegando en el timón de un barco, cuando llegaron a Brasil, no creyeron lo que hicieron. Mientras esto sucedía, Philippi y Millar llegaron a Ancud, donde tomaron contacto con Espiñeira, quien alquiló una embarcación de treinta toneladas de capacidad que zarpó con nuevos víveres, herramientas y el timón reparado. Como la espera iba a ser larga, Guillermos ordenó armar carpas en tierra para proteger los alimentos y reparar, hasta donde fuera posible, su maltrecho buque, además de construir un bote con madera de ciprés. La dotación quedó formada por el comandante Juan Guillermos, el piloto George Mabon, un timonel, seis marineros, el teniente de artillería Manuel González, un sargento, un cabo y cinco soldados. Como meteorólogo y encargado de estudiar el clima, la flora, la fauna y las características del terreno iba Bernardo Philippi.

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Una vez restaurada la goleta, aprovechando la bonanza del tiempo, el 2 de septiembre dejó Puerto Americano, cruzó el golfo de Penas y alcanzó el canal Messier el día 12. El capitán de la Enterprise, tenía las cartas británicas de Fitz Roy con ejemplares de más, pero se negó a cederle algunas a Guillermos, por lo que éste se la solicitó a la Betzei, gracias a lo cual las pudo calcar. Millar los guió a las islas Guaitecas, donde recorrieron varios canales entre ellas para ver si aparecía la chalupa perdida arrastrada hasta allí por las olas, pero fue inútil. Navegó pegado a la costa este de la isla Grande, proveyéndose de víveres en Dalcahue y recalando en Curaco, donde embarcó a Carlos Millar. En la bodega llevaban víveres para 22 personas durante siete meses y sobre cubierta una pareja de cerdos, otra de cabríos, dos perros y un gallinero.

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Se necesitaba enviar una expedición a poblar el estrecho de Magallanes y no había una nave disponible para ello, por lo que se le encargó al intendente de Chiloé, en el mes de abril de 1842, la construcción de una goleta para tal propósito. Apoyó la idea de crear una empresa de remolcadores para pasar los buques de océano a océano, lo que conversó con varios capitanes que lo visitaban en su hacienda de Montalbán y, hasta donde se sabe, siempre recibió la aprobación de ellos. En 2019, el aventurero cruzó con éxito el Atlántico en una cápsula naranja con forma de barril, utilizando solo las corrientes marinas para impulsarlo a través del agua durante 4.500 km (2.800 millas), un viaje de 122 días.

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A fines de marzo de 1843 fue lanzada la goleta para ser bautizada como Presidente Bulnes, pero el primer mandatario rechazó ese honor y dispuso que se llamara Ancud, en homenaje a la ciudad y sus constructores. El otro buque que tenía en servicio la armada era la goleta Janequeo, pero los sucesos políticos que se producían en el Perú hacían necesario tenerlo cerca para enviarlo de volverse necesario. Jean-Jacques Savin Facebook pagePara Jean-Jacques Savin, la hazaña de remo era una forma de "reírse de la vejez". Macdonald, que anteriormente cruzó el Atlántico a vela y viajó en bicicleta por el Ártico, se encuentra en un hospital de Nueva Jersey. El hombre envió una señal de emergencia en la tarde del viernes, debido a un golpe en la cabeza que le causó una gran hemorragia y fue rescatado pasada la medianoche en una operación muy compleja para la Guardia Costera.

Chris Bertish usó un surf de remo donde se navega de a pie.

  • Contemporáneo con la independencia de Chile se desarrollaba en Gran Bretaña la navegación a vapor, tanto así que al almirante Cochrane, al ser contratado por el gobierno chileno, se le encargó vigilar la construcción del buque a vapor Rising Star, a lo cual el Lord aportó una parte de su costo.
  • Las dificultades económicas, la inestabilidad política y el crimen fueron razones suficientes para dejar su Nigeria natal y embarcarse en esta peligrosa aventura.
  • El mismo golpe había roto el macho del timón y ya solo era posible maniobrar con las velas.

Este grupo recorrió más de 300 kilómetros, casi constantemente a remo, soportando las lluvias y el mal tiempo antes de recalar a Dalcahue, desde donde continuaron por tierra a Ancud. La marina vivía otra de sus épocas incomprensibles, en que después de restaurar al Perú, separándolo de Bolivia, desarmó los buques y licenció a gran parte de su tripulación. Sobrevivía la fragata Chile, de 1.109 toneladas, inapropiada para una expedición a Magallanes, además de que era de una construcción muy defectuosa que la había hecho tener intervalos alternados de actividad y de para. Además, el gobierno central no quería que estuviera lejos, pues los indicios que tenía de asonadas militares en Concepción y Coquimbo, en caso de producirse ellos, constituían a esta nave como la mejor forma de mover las tropas militares a donde se necesitara.

Se agregaban además un carpintero, un niño, hijo del comandante y las esposas de dos soldados. En Curaco se agregó Carlos Millar, experimentado lobero que solicitó incorporarse en calidad de práctico. Por primera vez un hombre, llamado Chris Bertish, cruzó el Océano Atlántico en un surf de remos, sólo y sin ayuda. A mediodía del 23 de mayo de 1843 la Ancud inició su viaje por el canal Chacao con rumbo al oriente remolcando una chalupa que Guillermos había comprado para reemplazar una de las dos de la goleta que estaba en malas condiciones.

El viaje le sirvió para lanzar dispositivos al mar que ayudaron luego a varios científicos a estudiar las corrientes del océano. El exparacaidista militar, que celebró su cumpleaños en el mar la semana pasada con foie gras y champán, partió el 1 de enero de Sagres, en el sur de Portugal, con el objetivo de cruzar el océano en solitario. "Desafortunadamente, esta vez el océano fue más fuerte que nuestro amigo, que amaba tanto la navegación y el mar", dice un comunicado en su página de Facebook. El comandante del barco que se encargó del rescate, James Provost, comentó que Oceanida "solo teníamos unos 50 pies de visibilidad por la densa niebla, que hizo difícil localizar la embarcación". Niall Macdonald, de 39 años, partió de Nueva York el 5 de junio y tenía previsto llegar a Escocia en septiembre, luego de un viaje solitario de más de cinco mil kilómetros.

Además del concurso inestimable del capitán Guillermos que se preocupó permanentemente de la construcción, cuando apareció en Ancud George Mabon lo contrató como piloto y al naturalista prusiano Bernardo Philippi para la elección de la madera apropiada y para que formara parte de la futura tripulación como meteorólogo e intérprete. A pesar de que políticamente había apoyado al mariscal Santa Cruz en la guerra contra la Confederación Perú-boliviana, al final, después de la entrada del ejército chileno a Lima, trabó amistad con el general Bulnes y, sin pensar que llegaría a la primera magistratura, conversó largamente con él sobre el tema. O’Higgins contaba con 61 años y fallecería tres años después pronunciando su última palabra que fue “Magallanes"1. Se estima que la formación británica de nuestro padre de la patria y la influencia en su juventud de la marina inglesa, que era la más poderosa y grande del mundo, calaron muy fuerte en su personalidad, y durante su autoexilio siempre mostró preocupación por sus progresos y por que Chile fuera un jugador importante en navegación interoceánica.

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